sábado, 27 de septiembre de 2008

El Capital

Mark Rothko, que pintaba con pinceles marxistas, en 1958 todavía creía que al capitalismo se le podía joder el almuerzo y fue por lo que acepto el encargo de “decorar” las elegantes paredes del Four Seasons, el ostentoso abrevadero del rascacielos Seagram de Miles van der Rohe, un gigantesco dedo erecto de 39 pisos que señala al cielo desde el 375 de Park Avenue en New York. A los dos años comprendió que sus cuadros, en los que el granate y el negro se aliaban para abrir la boca de un profundo pozo oscuro, escéptico y suicida, no conseguirían “arruinar el apetito de cada hijo de puta que coma en esa sala”, devolvió los 35.000 dolares que le habían pagado y decidió quedarse con sus pinturas. Mas tarde se tiraría al pozo de paredes negras y granates en una mortaja de pastillas y con las venas abiertas.
Después de cincuenta años, a los capitalistas que abrevan en el Four Seasons, por fin se les ha atragantado el almuerzo y el arte de Rotko les escupe en la ensalada Cesar desde las paredes de la Tate Modern.

Ilustración: Gallego & Rey en El Mundo, 30.09.2008

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bonjour tristesse.

Julio Castelló dijo...

Con Rotko comparto el vacío. No conocía la anécdota, que tiene sus vueltas. No quisiera acabar como él. Mucho odio. Aunque he de confesar que el día en que (estaba en Dakar, lo recuerdo perfectamente) se confirmó la noticia de que Bush Jr. subía al poder, tuve un mal fario de campeonato y me agarré un cabreo global del quince. He detestado a pocas personas más en este mundo. A los que podía haber odiado en la cercanía los he esquivado. Pero a este nos lo han metido donde duele. Prefiero no seguir, que me voy calentando. Como el planeta.
Gracias por tus reflexiones.