Woody Allen, Maridos y mujeres.
Mafalda odia la sopa… y sus tropezones crujientes, tostados a fuego
lento por las dictaduras. Quino odia a Mafalda, como Arthur Conan Doyle odiaba
a Sherlock Holmes. Una y otra vez también ha intentado borrarla en las cataratas de Reichenbach a manos de
Moriarty. Pero nunca le hemos dejado. Necesitamos a su Mafalda, ahora más que
nunca, necesitamos el oxígeno de su inocente sabiduría dibujada y ponernos en
la cabeza el casco de su peculiar peinado para que nos proteja de las caídas,
porque caminamos sobre el alambre, como funambulistas, y nos están quitando la
red.