domingo, 7 de octubre de 2007

Do


Coltrane murió de una manera fulminante, en un tono bajo, casi en silencio; se había bebido cuarenta años y cuando se fue seguía soñando con África.
También aquel hombre con el lunar de grasa en la corbata, sabía que nunca llegaría a conocer África; tenia cincuenta y dos anillos de tronco de baobab adornando sus dedos, casi cincuenta y tres, pero no había renunciado a materializar una fantasía: quería comprarse un saxofón y que su barriga dorada le regalase un Do, alto y sostenido.
Siempre había imaginado que surfeando sobre el susurro grave de la música podría ser capaz de abstraerse, de cavar un túnel furtivo que pudiera burlar la estricta vigilancia de su cruda realidad, para después sortear, a golpe de balada, el alambre de espino que le separaba de la fantasía.
Por eso va caminando por una calle de acera anaranjada, coloreada por el enorme globo oxidado del atardecer que, poco apoco, se va durmiendo apoyado sobre el skayline lumpen de la ciudad. Busca el escaparate donde le está esperando el deudo de aquel otro instrumento al que tantas veces Trane hizo la respiración boca a boca dándole la vida con aire de sus pulmones nostálgicos de ancestros.
Mientras avanza, su imagen se refleja en los impávidos cristales de otros escaparates que seguro que anhelan parecerse al que encierra su tesoro; también ellos quisieran ser cajas de música traslúcidas y no vulgares catafalcos de objetos sin vida, vitrinas en donde se agazapan artículos de quinta necesidad con rimbombantes nombres de plástico.
El tac tac de los tacones de sus zapatos van marcando el ritmo de sus pensamientos; salen de su cabeza como mensajes metidos en una botella de naufrago y desempolvan su espíritu abotargado por todo un día de rutina.
Por fin, después de una a la izquierda, dos a la derecha y otra a la izquierda, en una calle con casas a las que no llegan los tintes naranjas del crepúsculo, encuentra lo que busca... (Continuara)

Ilustración: Alack Sinner, de Muñoz y Sampayo

4 comentarios:

uminuscula dijo...

¿Un día escribirás sobre whisky, boxeadores o Kerouac? Me lo he preguntado...

A mí casa llegan los atardeceres naranjas, y me paso el día fotografiándolos. ¡Qué bien que escribas, Julio! Voy a disfrutarlo.

uminuscula dijo...

Yo tampoco. Soy prácticamente abstemia. Me concedo un vaso de vino en algunas cenas, o bajo un árbol en grata compañía. Y nadie entiende que no me guste la cerveza. Mejor que cualquier otra cosa es leer lo espontáneo de alguien que empieza pero, ¿cómo decirte a ti que comienzas algo, después de todo lo que has hecho? Sin embargo,bello. Como querer mirar como niño cuando se tienen noventa años, y seguir sonriendo. Seguramente comenzar es siempre bueno.

pepe farruqo dijo...

Pues, maestro, que decirle lo mucho que me gustó su blog. Nos encanta leer sus cosas, ver los vatios de sus bombillas, y flotar con las letras del garaje de tu computadora.
Un abrazote

farruqo

urodonal dijo...

Es terrible, los aficionados que hacemos un blog para intentar ser "reinas por un día" siempre sentimos (y ahora que lo pienso, no se por que coño estoy hablando en plural), siempre siento una punzada de envidia , totalmente insana, cuando leo cosas como las que escribe usted , señor Rey ,o como las que pergeña con su cómplice Gallego.

Comparto su admiración por Coltrane y Marías.

Saludos y bienvenido a esta cosa.