Toda Venecia
es un reflejo en el agua, una acuática y sutil mancha de acuarela esbozada por el
pincel de William Turner, el pintor de ardientes atardeceres oceánicos. Ciudad
de hídricos cimientos, como un nenúfar, eternamente cortejada por el mar, que a lo largo del
tiempo siempre ha hipnotizado a los artistas. Hugo Eugenio Pratt se críó
jugando al escondite con Neptuno entre las góndolas. Su vocación era
inevitable, igual que el fluir de las mareas en Venecia. Un día de
1967 Melville le presta una astilla de la pata de palo de Ahab para que el
dibujante la utilice de palillero, a continuación la plumilla se hunde en las
profundidades del tintero para después, cargada de tinta, empezar a realizar filigranas sobre el blanco
virgen del espíritu del cachalote que Pratt intuye en la hoja de papel. Se inventa
un pirata trotamundos con historietas de tebeo tatuadas en el pecho, romántico
perseguidor de amores amotinados, un dandi perfumado de salitre. Hugo Pratt le
bautiza Corto Maltés y desde ese momento empieza su peregrinaje común por el
destino.
La carta
marina de Corto Maltés describe los agitados mares de entreguerras del siglo
pasado y con él, los lectores, son arrastrados por la corriente desde Nueva Guinea a Yemen, las Antillas, Somalia o
Afganistán persiguiendo el rastro de Long John Silver.
A Corto, le
tutean las voluptuosas sirenas, acariciadas por el lápiz de Milo Manara, a
espaldas de Neptuno. Están enamoradas de su sonrisa, una raya de tinta fina, espontanea,
nervuda y acogedora como la silueta de
un islote esculpida sobre línea del horizonte para un naufrago, aprendida por
Pratt de la técnica de Milton Caniff y
Will Eisner. Las patillas del marino apuntan hacia el suelo, parecen muletas
con las que se ayuda el aro de pirata, cada vez que toca tierra, prendido de su
oreja. Maltés es un figurín elegante, de levita y cuello duro con corbatín, que
rima con bergantín, descrito con un rasgo firme de línea despejada y vigorosa, rubricada
por volúmenes negros, pesados y extensos,
en los que es inevitable buscar la estrella Polaris, en la cola de la Osa Menor.
La Estrella Polar.
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2012
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