lunes, 5 de octubre de 2009

Ya no alumbran las luciérnagas. Las postizas luces de neón las extinguen; el macho, con el fulgor estentóreo de las ciudades, no distingue a las hembras y su ceremonia vital no se consuma. Off.
Nuestro depredador progreso de filamentos incandescentes, todo músculo rebosante de voltaje con esteroides, no consiente competencia y del verde fluorescente de las luciérnagas solo quedaran exiguas rimas subrayadas de algún poeta.
El firmamento nocturno de las cunetas se tornara lóbrego. La ciencia habrá descifrado el enigma de los agujeros negros.

3 comentarios:

uminuscula dijo...

por suerte nunca dejaremos de verdear, rey

Jesús Sánchez dijo...

Y mientras tanto nosotros aquí, sin saber si estamos ON o si estamos OFF...

Julio Castelló dijo...

Jamás he visto en vivo y en directo una luciérnaga en plena tarea. Y no ha sido por pudor. Sencillamente, y por desgracia, no ha ocurrido. Siempre he tenido la sensación de que estos bichitos eran, como las hadas, personajes de pura ficción. Creo en ellos en un ejercicio de fe intelectual que me incomoda. Pagaría por verlas.
Tal vez nos hemos vuelto locos.