
Al llegar a la tierra prometida, una de las madres preguntaba entre escalofríos ausentes por su hijo, mientras apretaba con la mano de dedos crispados el chupete que había consolado a su bebe antes de que la inhóspita profundidad de el mar se lo llevara. La esquela de su pequeño compartía pagina impar con el menú de diecinueve platos que los miembros del G-8 degustaron en la ultima cumbre sobre el hambre.
Nadie al día siguiente en el centro de acogida tuvo valor para enseñarla el periódico.
Ilustración: Julio Rey para La bombilla flotante