Cuarenta años después de que Neil Armstrong plantara sus huellas en su superficie, como si fuera el Paseo de la Fama de Los Ángeles, la luna sigue observándonos. Boquiabierta.Los pequeños pasos para el hombre, son grandes para la humanidad... Y de crustáceo, hacia atrás. Ante las pupilas de polvo gris ceniza de los ojos atónitos de la luna, desfilan de espaldas, orientándose con la visual del ojo del culo, los impresentables. Dictadores; terroristas; Ayatolás; Papas, Cardenales, Obispos; pederastas; violadores; maltratadores; narcotraficantes; Reyes; mafiosos Cavalieris puteros; mediocres políticos corruptos; avaros banqueros insaciables; oscuros financieros; especuladores; revólveres sicarios; pandilleros; periodistas mercenarios... ya están ávidos por clavar su bandera negra, de tibias cruzadas, en Marte.
Y los demás, los que no contamos, continuaremos conformándonos con seguir, con la cara levantada, aullándole a la luna.
Ilustración: Máximo en El Virus Mutante
